Todo comenzo con una idea (y un café frío)
No sé cuándo comencé a escribir con intención.
Tal vez fue una noche en la que el silencio dolía más que las palabras.
O una mañana mientras miraba a mi esposo y a mi hija jugar en la playa,
ese día entendí que escribir no era un lujo,
sino una forma de respirar sin pedir permiso.
Este blog nació así: sin estrategia, sin filtros, sin meta.
Solo con la necesidad de dejar huellas chiquitas
de los días en los que sobrevivir se parece mucho a crear, a permanecer, a resistir.
Acá voy a escribir con el corazón medio desordenado,
sobre cosas que me conmueven, me enojan o me devuelven la esperanza.
A veces será un pensamiento, a veces una historia,
y otras solo una taza de té, café o chocolate, que se enfría mientras pienso en algo absurdo.
Si llegaste hasta acá, gracias.
Ojalá te sientas en casa entre estas letras.
Ale